Texto por Fleur Chelsea @bbe.kind
Son pocas las cosas que recuerdo de cuando yo era pequeña. Pero hay una memoria que tengo bastante presente y clara. Mis papás siempre han trabajo duro y a consecuencia de ello yo pasaba mucho tiempo en casa sin mayor supervisión. Un día tenía ganas de algo dulce así que me quise preparar ‘Nestum’; en mi mente llevaba huevos, leche y sal, ¿el resultado? fatal. Otro día encontré un coco en la cocina, no estaba partido por lo que tomé un cuchillo y como es de esperarse me corte la mano. Nunca he vuelto a ver tanta sangre. Y así, he ido aprendiendo a resolver, cometido errores y aprendido de ellos de una manera que mucha gente evita: sola.
Es Diciembre del 2018 y ya habré cumplido un año y 4 meses de haberme mudado al sur de Holanda a una ciudad llamada Maastricht. El tema recurrente en cualquier conversación en este país es quejarse del clima. Claro que por razones de primer mundo; “no ha parado de llover”, “no he visto el sol en una semana”, “el candado de mi bici se congeló”, “el viento está insoportable”. Son situaciones que en verdad te afectan, tal vez suene ridículo para una persona que se mueve en carro pero estoy segura que los que hacen uso del transporte público o bicicleta lo comprenderán. Sin embargo, definitivamente ya no tengo razón para sentir miedo al salir a la calle o que algún extraño se acerque a hablarme. Pero ahora hay un monstruo más grande al que le tengo miedo, uno que se le aparece a los adultos no necesariamente después de una noche de copas sino en plena sobriedad y a cualquier hora del día. Este es famosamente conocido como el miedo al fracaso. ¿Cómo se hace para levantarse sin miedo cuando en cualquier momento lo podrías perder todo? Pero más importante, ¿Quién es el culpable de este miedo?
Algunos suelen confundirme con, la famosa cantante australiana, Sia. Ambas compartimos muchas cosas, el aprecio por la privacidad, cabello platinado casual, nos hemos tomado fotos con una bolsa en la cara. Y ah, ambas tenemos ansiedad. Y ahí radica la verdad sobre la ansiedad; no le importa un demonio si eres Sia la 97 persona australiana más adinerada con menos de 40 años. Es como un pequeño parásito que encuentra que algunos de nuestros cerebros son hogares más cálidos y acogedores que otros.
La ansiedad es una preocupación que te inquieta y te aflige hasta que todo lo demás parece poco importante. Es la sensación persistente e inquebrantable de que algo no está bien. Es un sentimiento nauseabundo e indefinible. A veces el sentimiento se adhiere a algo tangible. ¿Y si me equivoco en el trabajo? ¿Qué pasa si no me gusta lo que estudié? ¿Qué pasa si lastimo a alguien a quien amo? ¿Qué pasa si conozco al amor de mi vida en un crucero, chocamos contra un iceberg y se muere? ¿Qué pasa si pierdo todo por lo que he trabajado?
A veces se disfraza de legítima preocupación o peor aún de tu amiga. «Solo te estoy cuidando» dice la ansiedad, haciendo tropezar a tu sentido de control, a tu sentido de paz, a la posibilidad de sentirte despreocupado o feliz. «Te estoy manteniendo a salvo. Me estoy asegurando de que no olvides lo aterrador que es el mundo «. De esta manera, se hace un agujero justo a través de ti. Es como una visita que llega para quedarse sin importarle si tú la quieres ahí, haciendo un desastre en tu casa.
Entonces, ¿cómo te quedas en una sola pieza? ¿Cómo sostienes tu vida cuando la ansiedad la quiere derrumbar?
Como una persona que sufre de ansiedad y quiere superarlo tienes que reconocerte todos los días antes de salir que “tengo miedo, pero aquí voy de todas formas”. Tendrás que hacer muchas cosas que son completamente nuevas e increíblemente terroríficas. Vas a tener que ser valiente aquí. No estoy sugiriendo que te mudes a otro continente donde no conoces a nadie y empieces una vida nueva. No, lo que vas a hacer es dar una serie de pequeños pasos, uno tras otro, hasta que tu ansiedad ya no se sienta profunda y amenazante para tu vida. Vas a tomar pausas e inclusive recaer en viejos hábitos, está bien. Vas a continuar hasta que sea una pequeña brisa. Una etapa más de tantas. Una espinilla que te salió por ese chocolate que te comiste hace unos días. Nada mortal.
PERO ¿CUÁLES SON ESTOS PASOS? YO NO VINE AQUÍ A DIVAGAR. NECESITO DETALLES. Tranquilos, no griten, ya voy a llegar a esa parte.
TOMA UNA DECISIÓN
La decisión es una parte importante para dejar ir la ansiedad. Un problema característico de las personas ansiosas y deprimidas es que no podemos tomar decisiones, ni siquiera las pequeñas, como tomar otra taza de café. Hacemos planes a los que a última hora no sabemos si ir o cancelar. Es simple, empieza con preocupamos por la necesidad de tomar una decisión, seguido de preocuparnos por tomarla y, una vez que la tomamos, nos preocupa si hemos tomado la decisión correcta. Al final, optamos por no tomar decisiones por completo, siempre que sea posible. La exclusión de la toma de decisiones alimenta el temor a ésta misma y la agrega a la lista de cosas que creemos que no podemos hacer. Esto a su vez reduce nuestra capacidad de afrontamiento, nuestro nivel de confianza en nosotros mismos y nuestra autoestima. Es un daño que nadie más que nosotros somos responsables de haber causado.NO ESTÁS EN SOLEDAD